Como si de otro mal sueño se tratase, en los coletazos de una muerte anunciada, el segundo al mando de la DGT, el señor Federico Fernández, durante las Jornadas sobre Normalización, Ordenación y Regulación de la Movilidad en Entornos Urbanos e Interurbanos (telita con el nombre), proponía que actualmente no es viable el realizar nuevas infraestructuras, y que las que ya tenemos se mantendrán difícilmente.

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Es más, sus palabras fueron textualmente «En estos momentos de crisis seguramente no se podrán construir muchas más infraestructuras. Construir, mantener y explotar las carreteras no es algo gratuito. La decisión que tienen que tomar los políticos es si el coste lo pagan todos los ciudadanos o sólo aquellos que las utilizan. Y la pista es que va por ahí». ¿A alguno más se le queda la cara desencajada?

Pero desafortunadamente no es nuevo. Hace ya algún tiempo se habló de una especie de bonos según los kilómetros que realizas anualmente, pero no llegó a buen puerto. Ahora, crisis en mano y visto que la recaudación de multas por exceso de velocidad va disminuyendo, tienen que sacarse una nueva forma para conseguir pasta. No recuerdo donde leí hace poco acerca de la posible subida de impuestos a los carburantes, pero esta solución es peor aun.

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Que yo sepa, las carreteras se construyen con fondos públicos, y pensaba que las de peaje no, pero según escuché en la radio la única infraestructura que va a construir la comunidad de Madrid es la R1. Aun así, la excusa de «La decisión que tienen que tomar los políticos es si el coste lo pagan todos los ciudadanos o sólo aquellos que las utilizan.»  no me parece lógica. Uses o no la infraestructura te estás beneficiando de su existencia. Todo lo que compras, lo que envías, etc. las utiliza, y ese sobrecoste del «peaje» se repercutirá en el precio final de los productos, con lo que al final acabamos pagando todos.

Lo que es vergonzoso también es que haya carreteras que sólo se arreglen cuando desgraciadamente ocurren accidentes en ellas y se graban en vídeo, como pasó en la M-607, llegando incluso a poner badenes en la autopista y límite a 30 Km/h hasta que empezaron las obras meses más tarde. Lamentable, por no hablar de los atascos o el grave riesgo para la seguridad de los conductores pasar de 100 a 30 Km/h.

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Este peaje que nos solucionaría la vida (nótese la ironía) estaría en torno a los 20 céntimos por Km. A modo de curiosidad, lo normal es pagar 19 céntimos por Km de dieta a un trabajador que tiene que desplazarse, o en contexto de carburante, pagar 20€ a los 100Km, cuando un coche gasta pongámosle 8€ en carburante.

Sinceramente, me dan ganas muchas veces de volver al carro de madera tirado por burros, que ese no paga impuesto de circulación, ni seguro ni carburante, que cada día da más verguenza ver cómo nos sacan los cuartos por hacer uso del progreso que es tener un automóvil (aunque no negaré que un automóvil es invertir dinero a fondo perdido).

Lo peor es que ahora se marchan, y los que vendrán seguirán sus pasos. Seguirán sus mentiras, sus artimañas para recaudar dinero, demonizar la velocidad sin responsabilizar a la falta de pericia al volante, a las malas condiciones de la vía o al mal estado mecánico del vehículo. Seguiremos sin poder hacer como en Reino Unido, donde puedes modificar un coche y pasar una ITV más estricta y poder circular, donde las placas de metacrilato se han tenido que homologar por imposición europea, o donde los puntos negros (perdón, tramo de concentración de accidentes) en vez de arreglarse se avisan con un cartel, como si eso ayudase.

Vía: El Antirradar (lectura recomendada)
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