Por fin. Llegamos a la tercera parte de la prueba del Peugeot RCZ, momento en el que ponemos las llaves en el contacto, las giramos y dejamos rujir su motor 1.6 THP de 200CV al ralentí. La primera vez que arranqué el motor tenía una sonrisa de oreja a oreja como ya comenté en la primera parte.
En cifras absolutas no es un superdeportivo, pero es un coche capaz de aflorar sensaciones muy interesantes al volante, y buena prueba de ello había sido esa primera impresión. Tocaba salir del parque de prensa y comenzar a disfrutar los primeros kilómetros con especial cuidado hasta cogerle el tacto al coche. Veamos que tal se dio.